CUANDO SACAN LA TARASCA
Por Jam-Béjar.
Hasta el s. XVII, la cultura
en los pueblos se conserva prácticamente intacta, al ser éstos, núcleos de
convivencia a los que no llega la influencia del estado y de la “religión oficial”. Gradualmente
se va extendiendo un modelo cultural, único para todos, que utiliza las
representaciones “populares” para realzar la jerarquía, en las que se incluyen
aspectos propios de la zona, que las caracteriza. Posteriormente, la jerarquía
eclesiástica, con prohibiciones sucesivas, intenta separar la fiesta popular
(bailes, juegos, mascaradas, etc.) de las procesiones protocolarias.
No es extraño encontrar
poblaciones que integran elementos profanos en sus actos procesionales, como es
el caso de la Tarasca. Este artilugio es una especie de monstruo con armazón de
madera, provisto de ruedas que se conduce desde su interior. En muchas
ocasiones sobre sus lomos porta una figura femenina con aspecto malvado,
luciferino, mahometano,... que desvaloriza a la mujer y que varía según dicte
la cultura oficial. Persigue a los niños para asustarlos, pero no para hacerles
mal. Muchas localidades españolas conservaban su propia Tarasca, mientras otras
la renovaban cada año.
El concilio toledano del año
1.473 prohibió la entrada en las iglesias de “los juegos frecuentes... consistentes en aparatos teatrales, máscaras,
monstruos, tramoyas, poesías poco honestas y sermones jocosos, todo lo cual
perturba la gravedad de los oficios divinos y hace indevoto al pueblo”.
La Tarasca y los gigantones
se prohibieron oficialmente en las procesiones de Madrid en 1.772 y en el resto
del reino, el día 21 de junio de 1.780. Actualmente y tras periodos muy
específicos, todavía se pueden ver en Toledo, Granada, Barcelona, Segovia,
Sevilla,...
En Toledo, la
Tarasca, los gigantones y cabezudos que preceden a la Procesión, son propiedad
de la Catedral y en la actualidad el Ayuntamiento y la Junta Pro-Corpus se
encargan del desfile festivo-profano.
La Tarasca toledana tiene
cuerpo de galápago, alas de vampiro y cabeza de serpiente, que estira su largo
cuello arrojando humo y agua por los orificios nasales y que abre sus fauces
dando tarascadas. A sus lomos cabalga la Tarasquilla, conocida por “Ana Bolena”, (causante del
cisma anglicano de Enrique VIII de Inglaterra con la iglesia de Roma). Se
guarda en el claustro de la Catedral y no la sacan en la Procesión desde el
año1.964, debido a su mal estado de conservación. La actual Tarasca, fiel
réplica de la anterior, data del año 1.985.
Los actuales gigantones
fueron adquiridos en Barcelona en el año 1.775, cuando Lorenzana regía la
diócesis primada y fueron rescatados del abandono y de la desidia por la Junta
Pro-Corpus en 1.985. Los acompañan doce
pajes que apartan al público. Antiguos gremios con procedencia medieval costean
su desfile, el actual Gremio de Hortelanos ha sustituido al de Tundidores que
de ellos se encargaban.
Ya no desfilan los conocidos
“caballitos”, niños metidos en caballos de cartón que estaban
revestidos con vistosos trajes. Rodeaban a estos personajes varios pajes
ataviados con jubones, que portaban vejigas hinchadas, con piedrecitas en su
interior, con las que golpeaban a los espectadores del profano desfile.
En Granada, después
de tres décadas de olvido, la Tarasca acompañada de gigantes y cabezudos,
participa en la celebración laica del Corpus. Parte desde la Caseta Municipal
del Ferial y recorre las calles para la satisfacción de miles de granadinos.
Barcelona en el año
1.993, construye una nueva Tarasca que recorre las calles el día de la
celebración del Corpus, de Santa Eulalia,
de La Merced y en fiestas populares.
La Tarasca llega a América a
través de los españoles, siendo integrada en la vida urbana dentro de las
fiestas del Corpus, Santiago, patronales y carnavales.
En países como Colombia,
los misioneros hacían desfilar la Tarasca en grandes festividades,
principalmente en la procesión del
Corpus Christi, para demostrar a los penitentes los peligros de la gula,
naciendo la expresión: “Comes más que
una tarasca”. Junto a ella, no faltan
toldos con fritangas; venta de chicha; juegos de suerte y de cañas; riñas y
carreras de gallos; los gigantes; juegos de bolos; bisbís; toros de rejón por
las calles; la vacaloca con los cuernos encendidos; fuegos artificiales; bailes
a los sones de flautas y tambores; mojigangas; alcancías; estafermos;
encamisadas; sortijas; mascaradas; disfraces;
teatro representado al aire libre...
En Venezuela, las
Tarascas, gigantes y dragones huían ante la Custodia, simbolizando el
vencimiento del mal. Danzaban muchachas mulatas e indias para el regocijo de
los vecinos, hasta su prohibición en el año 1.687.
Para la celebración de la procesión
del Corpus en BÉJAR en los siglos XVI y XVII, el Corregidor,
manda asear las calles y de antemano previene la compostura de algún paso malo
en toda la carrera. La Villa nombra el Regidor del Estado llano, a quien le
toque salir con el estandarte del Ayuntamiento y previene de dos hombres que le
acompañan vestidos enteramente de moho.
“Los hombres de
moho, en memoria de que con este vestido se disfrazaron los Soldados
Cristianos, cuando ganaron a los Moros esta población, que poseían desde el año
721..., se visten muchos paisanos de
aquella tez gruesa de hierba que crían las peñas llenas de humedad que en el
País llamamos moho, conque parecieron fieras y monstruos y los llenó de horror
y miedo llevando las armas ocultas, quedó la costumbre usar de este traje en
ciertos días determinados para divertirse el pueblo y recordar el hecho que se
celebre por los vecinos como digno a su restauración y libertad de la opresión
que padecieron bajo el yugo de los Sarracenos. Después se entabló salir una
campaña en la procesión del Corpus vistiéndose así los vecinos.”(...)
“En el año 1.600
se encausó a Juan y Antonio Muñoz, porque yendo con hachas de cera alumbrando a
San Blas, las arrimaron a los que iban vestidos de moho, empezaron a arder
todos y con el fuego y el humo se sofocaron y padecieron mucho, fueron presos y
desterrados y habiendo quebrantado el destierro, fueron puestos en presidio.
Entonces eran 30 las personas que vestían con este traje, en forma de una
compañía con unas mazas muy grandes y en su extremo una punta de lanza, como el
asta, con moho.”(...)
“En 1.641 el
vecino de Béjar, Alonso Hernández Furco, suplicó al Señor Duque don Alonso II,
porque sufría un proceso al haber dado fuego a Francisco Gentil que iba vestido
de moho en la procesión.” (...) (A.H.N.
Osuna, Béjar, legajo 269).
También manda el
Corregidor que todos los vecinos de Béjar y comarca, que no pasen de 60 años,
acudan con sus armas a la Procesión, sólo la enfermedad era motivo de excusar
la ausencia.
“El alguacil
mayor previene una danza a su costa, que les toca llevar en la procesión y para
soportar sus gastos le tienen los Duques cedidos los derechos llamados de la
Martiniegas de Colmenas que cobra a los forasteros que las traen en verano a
ciertos sitios de los montes de esta Tierra, según ajusta con cada uno a
proporción de los enjambres (150 reales). Previene también a los carpinteros
para formar la trabuca, a los molineros para el coro de niños que llevan las
insignias de San Pedro, San Pablo y Santiago. Los Mercaderes, el Gremio de
Zapateros y Oficiales que hagan los Arcos triunfales donde a cada uno
corresponde. Y a los escribanos que juntos vayan alumbrando con hachas a su
Majestad. Previene los puestos y sitios
a las personas que traen sus géneros a venta en la feria, para que no ocupen y
estorben el paso y carrera de la Procesión.” (A.H.N. Osuna, Béjar, legajo 269).
El pueblo de Béjar y sus
duques adquirieron en el año 1.590 unos Gigantes; posteriormente, en 1.596, el
duque don Francisco III costeó ocho Gigantes de cinco varas de alto (4,20 m), para
sacarlos en la Procesión, los cuales se fueron reparando hasta que en 1.712 se
destruyeron en un regocijo público. La Tarasca y otras figuras que salían en la
Procesión, se estropearon por tratarlas mal los que las llevaban. Ocurrió lo
mismo con un órgano de ruedas y una torre con muchas campanitas de música, que
había regalado el duque don Francisco II.
Un guión de plata, (que lo
portará el alcaide del Palacio) y otro dorado (que lo llevará el criado mayor
de los duques) fueron donados por la Casa Ducal. El segundo guión, duró hasta
el año 1.748, que por estar ya deslucido y no haberlo reemplazado la señora
duquesa Doña Mariana de Borja. Dicha duquesa envió uno nuevo, en el año 1.768,
de terciopelo carmesí bordado en oro y plata. El orden de la situación de los
guiones ducales en la Procesión, siempre ha sido discutido.
También donó dicha Señora,
en el año 1.700, el vestuario utilizado el día del Corpus y en el octavario de
la Iglesia de Santa María, realizados en terciopelo carmesí bordado de pasamanería.
En 1.695 los gastos hechos
para la procesión y fiestas del Corpus, importaron 8.706 reales y 22 maravedís,
la madera para los andamios del Altar de Adornos importó 529 reales.
Si nos remontamos al siglo XVII, a los alrededores de la
Iglesia de Santa María la Mayor a la salida de misa de diez, en el preludio de
la procesión del Corpus, podríamos ver personas nerviosas preparándose para el desfile. Se
entremezclarían los soldados con los clérigos, los caballeros con el pueblo
llano, los danzantes con los hombres de moho,... todos vestidos con sus mejores
galas. Las calles alfombradas con ramas de tomillo y los balcones adornados con
los paños más vistosos de la casa. Todo preparado para celebrar el día más
importante del año para los bejaranos
y las personas de la comarca.
El Gremio de Panaderos se
apresuraría para iniciar el desfile, portando roscas y cosas de masa; detrás
se situaría el de Olleros, con piezas y figuras de barro y les
seguirían el de (¿Horneras?) los Molineros con un coro de niños que
llevan las insignias de San Pedro, San Pablo y Santiago.
Tres niños en caballos
adornados (¿construidos en cartón?) se colocarían a continuación, los gastos
ocasionados van a cuenta del corregidor, de los fieles y del tesorero de la
Tierra.
Les seguiría una danza, de
la que el alguacil mayor se encargaría del coste. La música procedería de las
cajas y clarines, que subvencionaría el Ayuntamiento y de un órgano de ruedas y
de una torre con muchas campanitas.
Saldrían los ocho Gigantes,
las Tarascas, en lo que contribuiría el gremio de los Pañeros, y los chavales, que con ganas de divertirse,
correrían junto a ellos.
Aparecería el guión de
plata, portado por un miembro del cabildo eclesiástico y detrás todos los
pendones, las mangas y cruces de los Lugares y de las de las iglesias de esta
Villa, a continuación la del convento de San Francisco...
¡Silencio... ! La Procesión
se inicia.