26 dic 2011
Felicitaciones
En el colegio salesiano, para la celebración de la Navidad nos daban un periodo de vacaciones tras unos temidos exámenes y unas notas (en las que se incluían una clasificación con respecto a los demás compañeros del curso).
En la calle Mayor, en el tramo de la Botica de la Bola, empezaba a ser consciente de ese tiempo vacacional que se avecinaba al escuchar, procedente de alguna vivienda, a los niños de San Ildefonso cantando el sorteo de la lotería de Navidad . ¡Música celestial! Llegaba a casa, subía corriendo la escalera y tras los besos de saludo: !Tirada de cartera! ¡Había empezado ese tiempo de vacaciones tan deseado! ¡Era Navidad!
Ya en casa, mi hermano y yo, teníamos instalado un nacimiento con las figuras del Niño Jesús, la Virgen, San José, el buey y la mula, todos ellos colocados en un portal con gran amor. El conjunto se complementaba con los pastores alrededor de un fuego realizado con papel de celofán de color rojo, la lavandera junto al río con la ropa puesta a secar, el molinero, los soldados en las puertas del castillo del rey Herodes... y unos Reyes Magos, que por fuerzas que desconozco, se iban acercando paulatinamente al portal según la Epifanía se aproximaba. Todas las figuras estaban hechas con barro cocido, el río con papel de aluminio y con corcho y musgo la superficie del nacimiento. (¡Señores ecologistas, eran otros tiempos!).
Los belenes que instalaban en las Hermanitas y en la ermita del Castañar eran muy grandes, tenían el río con agua de verdad, pero... ¡el de casa era más bonito!
Los villancicos, diferentes dulces, turrones, el pollo, etc. estaban presentes en esos días y ... a esperar los regalos que traerían los Reyes Magos ¡en casa se tomaban una copita de anís!
Con el paso de los años casi se deja de tener la ilusión por la Navidad, pero siempre queda la familia que la revive. En ella y resaltando gastronómicamente esta festividad, Nati prepara un tostón que asa (o borda) el amigo Carlos Cela.
Que contraste de la representación de Belén con la ciudad actual. En una basílica regida por la iglesia ortodoxa se encuentra parte de la Gruta de la Natividad, en la cual, rodeada de lámparas y velas, una estrella en el suelo señala el lugar donde nació Jesús. Desde la explanada de la entrada se accede a otra parte de la Gruta, donde se ubica una iglesia católica bajo la advocación de la Virgen. En la actualidad, soldados y no precisamente de barro, patrullan en el exterior.
Por estas fechas navideñas, ciertas profesiones tenían la costumbre de entregar tarjetas con las que nos felicitaban las pascuas y aprovechaban para pedir el aguinaldo.
La creación de la tarjeta (no postal) de felicitación navideña impresa litográficamente, se le atribuye al británico Henry Cole, director del museo Victoria y Alberto de Londres, en 1843. Dicho señor, encargó a un amigo pintor, dibujos relacionados con la Navidad que mandó imprimir con la frase Alegre Navidad y Feliz Año Nuevo, eran coloreadas a mano y firmadas. Con ellas, Henry Cole no se retrasaba en felicitar a sus amistades. También las vendía en su propia librería y rápidamente se popularizaron.
En la colección de la Biblioteca Nacional, en su sección Ephemera, las primeras tarjetas de felicitación de Navidad de Oficios se remontan al año 1880, son de los serenos y vigilantes, repartidores, monaguillos, cocheros y modelos de pintores. Están ilustradas con figuras de los personajes representando el oficio correspondiente junto a los útiles de su oficio, productos típicos navideños, escenas religiosas, motivos florales, etc. con la frase “Él ( ) felicita a usted las Pascuas de Navidad”, u otra similar. En el reverso solían llevar versos realzando su trabajo que terminan pidiendo el deseado aguinaldo.
En Béjar, durante los años 1904 y 1905, Juan Manuel Hernández realiza varios dibujos con los que ilustra tarjetas postales que imprime la Vda. de Aguilar. Una de ellas es de felicitación por la Navidad y representa a la Sagrada Familia en el portal de Belén que dibuja con aguada de tinta china negra.
Estas felicitaciones se remontan al año 1920. Son las empleadas por los serenos, barrenderos, barberos y los reclusos de la cárcel; desconozco si estas últimas también eran entregadas por ellos en los domicilios. Apuntado en el reverso de cada una de ellas está la cantidad que dieron como aguinaldo, oscila entre cincuenta céntimos y una peseta. ¡Buen aguinaldo para la época!
Relacionado con los reclusos de la cárcel, en la sesión celebrada el 20 de diciembre del año 1923 en el Consistorio bejarano se aprueba un acuerdo que publica la prensa quincenal “Béjar en Madrid” el día 1º de enero, “a instancias del señor Bernabé Sánchez, el Ayuntamiento acordó por unanimidad que, costeada de los fondos municipales, sea servida una cena extraordinaria a los reclusos de la prisión preventiva de este partido el día de Nochebuena, atendiendo al escaso número de ellos que en la actualidad existen en la citada prisión”. Era costumbre que a los presos en la cárcel de Béjar se les ofreciera una cena extraordinaria en Nochebuena.
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